miércoles, septiembre 19, 2007

REFLEXIONANDO



Reflexiones sobre la gran mentira
( Parte 1 de 3 )

"Nuestra vida es como un sueño, pero en nuestras mejores horas nos despertamos estrictamente lo suficiente como para darnos cuenta que estamos soñando, la mayor parte del tiempo, sin embargo, estamos profundamente dormidos"
L. Wittgenstein


Resulta en un imperativo moral, averiguar y hablar de la verdad a las personas lo mejor que uno pueda, y hablar acerca de las cosas que importan.
Arthur Schopenhauer decía "Mientras se esté sometido al caos de los deseos, con sus permanentes esperanzas y temores, no será posible alcanzar nunca un
estado de felicidad o paz duradero", y tiene razón, nosotros imponemos en el mundo lo que creemos, pensamos y sentimos y, luchamos para conseguirlo.
Todos en algún momento emprendemos la búsqueda del estímulo, argumenta Desmond Morris. Cada uno de nosotros tiene necesidades primarias, que sí no son satisfechas, morimos, y si nuestras necesidades puramente humanas, tales como la
Seguridad Personal, la Intimidad, el Placer, el Reconocimiento, la Identificación, la Filiación, el Arraigo y, las pasiones como el ansia de Poder, de Vanidad, de conocer la Verdad, de Amor y Fraternidad, y la pasión por la Creatividad, no estan lo suficientemente satisfechas, entonces "enfermamos" y, la consecuencia es la Neurosis, que el entorno nos impone conductas que pueden estar manifestadas en una forma o defecto socialmente modelado, y que de cierta forma sea subsanado.
Lo que un
hombre, dice Erich Fromm, puede haber perdido en riqueza y en sentimiento auténtico de felicidad, por las condiciones sociales en las que está inmerso y que estan impuestas por las reglas sociales, puede estar compensado por la seguridad de hallarse adaptado al resto de la humanidad o al grupo que pertenezca, en realidad este "defecto", puede haber sido convertido en virtud por la cultura y, puede así de esta manera procurarle un sentimiento más intenso de éxito. Nos comportamos de la manera como los demás lo esperan de nosotros, la autenticidad de nuestros actos dependerá de la aprobación social. Y esto parece ser, el destino de cada hombre en sociedad.
En una breve revisión de los inicios de la filosofía, se descubre el
interés por la preocupación del conocimiento, interrogándonos sobre los aspectos fundamentales de la existencia y la experiencia. La filosofía intenta ver que tan lejos es capaz de llevarnos la razón, preguntándose sobre la naturaleza de la percepción, la experiencia y el entendimiento humano, es decir, la esencia última de todo aquello que existe, (Ontología) y cómo después de todo, podemos conocer, (Epistemología)
Es la razón lo que permite distinguir la filosofía de la
religión y el arte. A su vez la ciencia, el arte y la filosofía, no son mas que distintas formas de abordar una realidad, el misterio del universo y del ser humano. Toda persona con un mínimo de curiosidad intelectual se sentirá atraída por cualquiera de estas tres actividades, de una u otra forma.
Desde hace mas de dos mil años, en los inicios de la filosofía en la antigua
Grecia se pretendió comprender el mundo con el uso de la razón, no de la religión, se les enseñaba a otros a valerse de su propia capacidad de razonamiento, de pensar por si mismos y discrepar de las mismas enseñanzas establecidas, lo cual resultó ser un valioso instrumento en el proceso del conocimiento y el entendimiento.
Heráclito en el siglo VI a.c., discípulo de la
escuela de Mileto, cuyo fundador es Tales, del mismo lugar, afirmaba que el todo es la conjunción de sus contrarios, tendencias o fuerzas opuestas, decía que sí se eliminaba la contradicción se eliminaba la realidad, donde ésta misma realidad posee un carácter inestable, que todo está sometido a un perpetuo cambio, todo fluye y nada permanece, la realidad se muta y se altera constantemente, surgiendo así, de esta manera los inicios de la posición dialéctica de la existencia. Opuesta a la idea que el hombre siempre ha buscado y creído en algo estable y permanente que sobreviva a través del tiempo y nunca perezca, Heráclito irrumpe en este contexto afirmando que ese algo no existe, que el cambio y la transformación constituyen la ley básica sobre la que se asienta la vida y el universo y de la que nunca se podrá escapar.
Jenófanes a finales del siglo VI a.C., escribió, "Por lo que respecta a la verdad absoluta ningún hombre ha sido capaz de llegar a ella, ni nadie lo logrará, ni tan siquiera los dioses, ni nada de lo que yo diga conseguirá alcanzarla, y ya que en el supuesto de que alguien lo logrará, nunca tendría constancia de haberlo conseguido. La realidad no es más que una telaraña entretejida con conjeturas".
Para él, toda idea tenida por cierta podría sustituirse por otra que estaría más próxima a la verdad absoluta
Empédocles por su parte, que vivió hacia la primera mitad del siglo V a.C., hace aportaciones al entendimiento de la realidad al defender la realidad cambiante de
los sentidos y su pluralidad inherente, la materia, decía, no puede salir de la nada, ni tampoco convertirse en nada, argumentando que todo está compuesto de cuatro elementos diferentes, tierra agua, aire y fuego, cuya idea fue retomada por Aristóteles, desempeñando un papel fundamental en toda la filosofía occidental, hasta el renacimiento.